¿Qué es juego? ¿Qué no es juego? ¿Qué pasa cuando una persona juega? ¿es el juego algo solo de niños? ¿Pueden las personas adultas recuperar su capacidad de juego? ¿Qué aporta el juego tanto a pequeñ@s como a adult@s?
El juego, manifestación de la capacidad creadora que tenemos, es una actividad propia del ser humano que, tomada seriamente, posibilita ser personas autónomas, seguras, con capacidad de identificar nuestras necesidades, buscar la manera de satisfacerlas y realizar lo que en cada momento se necesita.
Cuando se ve a un niño jugar “de forma real”, y todo lo que ello conlleva, se puede intuir lo lejos que, actualmente, se vive de lo que es la naturaleza humana.
Un niño que juega es ajeno al tiempo, al lugar e incluso puede ser ajeno al espacio. Un niño que juega es ajeno al mercado, al consumo, a lo que los demás le ofrecen. Jugar no es estar pasivo frente a la propuesta del mercado. Jugar conlleva implicación emocional, por lo que un niño que puede jugar, lo hace intensamente al margen de lo que esté pasando a su alrededor realizando aprendizajes que no puede hacer de otra manera.
Un niño que juega se coloca al límite de sus posibilidades cognitivas, emocionales, motrices… lo supera y lo rompe, abriéndose así nuevos caminos para investigar y aprendizajes que realizar.
Lejos de tener que elegir entre todo aquello que la sociedad ofrece, la persona que puede jugar, crece conectada consigo misma y es capaz de ser crítica tomando de los demás lo que realmente necesita.
LA PROPUESTA: TALLER DE JUEGO DE CONFIGURACIÓN
El trabajo que los niños realizan en este taller es fundamentalmente el de construir espacios, o configurar cosas para sí mismos. Es un juego personal que se realiza con el cuerpo. Pueden jugar juntos o separados.
La propuesta consiste en ofrecer material adecuado para que el niño pueda crear desde su propia necesidad, interés e iniciativa.
El material que se propone para que el niño empiece a jugar es: cartón y cajas de cartón de diferentes tamaños, rotuladores, celo, telas, cuerda e imperdibles fundamentalmente. Con este material, el niño puede configurar todo tipo de espacios y cosas tanto para esos espacios como para sí mismo.
No se establece ningún tipo de propuesta ni modelo.
El papel del adulto que acompaña este juego consiste en atender las necesidades concretas de cada uno de los niños y las niñas: cortarles algo con el cúter, proporcionarles celo, atarles la cuerda en algún lugar…. Y sobre todo no juzgar. Solo así se sienten aceptados por lo que son, no por lo que hacen y esto les lleva a confiar en sí mismos de forma que pueden explorar sin ponerse límites ni barreras personales.
Las sesiones del taller duran hora y media y la frecuencia es semanal.